Fundación 1º de Mayo | 25 de abril de 2024

Revista de Estudios y Cultura 83

    SUMARIO | Ramón Baeza: Reflexión en torno a los últimos cuatro años de actividad de la Fundación 1 Mayo | Carmen Rivas entrevista a Ignacio Fernández Toxo: ’Los derechos no se heredan’ | Fernando Lezcano: CCOO se prepara para un tiempo nuevo. | Ana Herranz y Eva Antón: Las Secretarías de la Mujer de CCOO. Estructuras para combatir las desigualdades de género. | Carlos Bravo: En una etapa difícil: un sindicato renovado, exigente, más fuerte | Tania Pérez: La población activa entre 16 y 29 años sigue disminuyendo | Ramón Górriz: Que el origen o la raza no constituyan una línea de fractura entre la clase trabajadora | Félix A. Ovejero Torres: La nueva agenda internacional de desarrollo, irrelevante para el Gobierno | Ramón Górriz: 1 de Mayo | Alicia Martínez: El Guernica, 80 años después | Juan Jorganes: Capitalismo canalla | Daniel Viñambres: Videojuegos en España: un sector en crecimiento pero desconocido | Paloma Vázquez: El legado de la Solidaridad. Historia de CCOO en los sectores de la construcción y los servicios. | José Casado Algora: El despertar de otros tiempos: Un libro de Pablo Tortosa, trabajador del metal. [DESCARGAR PDF]

    19/05/2017.
    Revista de Estudios y Cultura 83

    Revista de Estudios y Cultura 83

    Ramón Baeza, Director Gerente Fundación 1 Mayo Reflexión en torno a los últimos cuatro años de actividad de la Fundación 1 Mayo Hace 30 años nació la Fundación Cultural 1º de Mayo. El 7 de abril de 1987 Marcelino Camacho, al frente de una delegación del sindicato, escrituró su constitución, estableciendo organización y objetivos. Hubo que esperar más de un año, hasta el 24 de abril de 1988, para que el BOE publicara la orden ministerial que reconocía el carácter privado y benéfico de la fundación, procediendo a inscribirla en el registro del protectorado de fundaciones dependiente del Ministerio de Cultura. Aquí radica el error, ampliamente compartido, que sitúa el origen de la fundación en 1988, cuando real y formalmente inició sus actividades un año antes. La fundación nació como respuesta a la convicción de que el sindicato necesitaba dotarse de un espacio de reflexión y estudio propio, autónomo y alternativo. Espacio que se erigiese en referencia para los trabajadores y para el pensamiento progresista en general. Además se perseguía vincular el mundo de la cultura, a académicos y profesionales con la organización. Esta decisión también se vio impulsada por la voluntad de estructurar las actividades que diversos grupos de trabajo, debate y estudio desarrollaban en torno al sindicato de forma estable aunque carentes de coordinación entre si. Dos años después de su nacimiento la fundación impulsó la creación de un Archivo de Historia del Trabajo. Entre sus objetivos iniciales estuvo la preservación de la memoria histórica de CCOO  y, en general, la del conjunto del movimiento obrero español bajo la dictadura. Se trataba de recuperar los miles de publicaciones, documentos, panfletos, fotografías y objetos dispersos (producto de la clandestinidad), la mayor parte en poder de militantes que los habían conservado incluso con riesgo de su libertad y su seguridad, que documentaban las luchas de los trabajadores por sus derechos laborales, cívicos y políticos. Estudios económicos, sociales y laborales, junto con la historia del trabajo, han sido las dos grandes almas que en mayor medida han orientado los trabajos de la fundación, han definido su personalidad y construido su reputación. En pocas semanas se celebrará el XI Congreso Confederal y parece pertinente realizar una pequeña reflexión sobre estos últimos cuatro años en los que la fundación ha transitado, con éxito, alguno de los momentos más críticos de su historia. En 2013 la fundación desarrollaba su actividad en sus ámbitos tradicionales e intentaba establecer nuevos vínculos con el mundo de la cultura (literatos, músicos, actores…), del derecho, de la comunicación así como impulsaba la colaboración con institutos sindicales de la Unión Europea. No obstante este ambicioso proyecto se vio profundamente afectado por las consecuencias de la crisis. Las políticas de austeridad redujeron drásticamente las fuentes de financiación que habían alimentado la actividad hasta ese momento. La voluntad política de reducir la capacidad contractual de las organizaciones de trabajadores también tuvo un impacto tangible. En poco más de un año la fundación perdió un tercio de las personas que trabajaban principalmente en su seno, sufrió una significativa reducción de sus recursos económicos y experimentó el boicot a sus actividades por parte de la administración española. Además, decidió modificarse el anclaje institucional que la fundación mantenía con la Confederación. En este nuevo contexto se encomendaron a la fundación tres objetivos principales: acompasar sus trabajos a las prioridades confederales, reconstruir su institucionalidad y culminar el proceso de fusiones en curso. Los tres se cumplieron. Es difícil objetar el grado de coordinación actual entre la dirección del sindicato y el equipo de la fundación, a lo que ha contribuido que la Comisión Ejecutiva Confederal (CEC) haya devenido en patronato. Tampoco deben desdeñarse los esfuerzos realizados a la hora de incrementar el rigor de la gestión interna, uno de los grandes retos pendientes. También se ha dotado de mayor claridad a la composición y atribuciones de los órganos de la fundación, haciendo el proceso de adopción de decisiones transparente y previsible, determinándose tres niveles de responsabilidad: gobierno, representación y administración (patronato); ejecución y supervisión de la gestión ordinaria (dirección) y función consultiva (consejo asesor y consejo coordinador). Por último, a finales de 2015, el protectorado de fundaciones dio su visto bueno definitivo a la fusión  por absorción de la Fundación Paz y Solidaridad – Serafín Aliaga y la Fundación de Investigaciones Educativas y Sindicales (FIES)  con la Fundación 1º de Mayo. 2015 fue  un año de profunda pero discreta renovación, que pudo realizarse de forma ordenada y sin grandes tensiones gracias a la calidad profesional y al compromiso personal de los integrantes de las diferentes áreas de la fundación. Si 2015 fue el año de las reformas puede afirmarse que 2016 se caracterizó por su consolidación. Entre todas las manifestaciones de este fenómeno subrayaría dos y, en primer lugar, la inserción de las actividades de la fundación en el conjunto del sindicato. Más allá de la dirección encomendada al patronato, se han establecido canales normalizados de coordinación entre la fundación y la CEC y se ha fortalecido la cooperación con las secretarías individualmente. Es prácticamente imposible encontrar actividad alguna de la fundación que no se desarrolle en estrecha coordinación con alguna estructura confederal. Otra manifestación de este empeño puede encontrarse en el robustecimiento de los vínculos de trabajo con las federaciones sectoriales estatales, a través de convenios, de proyectos concretos o de actividades de los institutos impulsados por éstas. En segundo lugar destacaría la definición del nuevo perímetro de la fundación. En los últimos años se ha experimentado un cierto repliegue de las actividades  hacia las dos áreas tradicionales de la fundación. Pero también se han incorporado con facilidad  nuevas identidades –la cooperación sindical al desarrollo- sin tensión alguna. En la actualidad  la fundación tiene un perfil más definido que hace unos años. A día de hoy tenemos no pocas “tareas pendientes”. Entre las más urgentes, impulsar la actividad de los órganos consultivos o culminar el proceso de modernización que incluye mejorar nuestros niveles de transparencia, buen gobierno o dotarnos de un sólido plan estratégico. Se trata de un imperativo no sólo administrativo sino ético y político. Una obligación implícita con nuestros afiliados y el conjunto de los trabajadores. También poner en funcionamiento compromisos recogidos en nuestros propios estatutos y todavía no implementados o mejorar sustancialmente nuestra política de comunicación. A su vez, la nueva dirección que surja del Congreso Confederal tendrá un reto ineludible: una vez que se han sentado las bases para garantizar un trabajo acompasado, definir qué modelo de fundación quiere el sindicato para el próximo futuro. La experiencia acumulada en estos treinta años y el contexto europeo facilitarán la reflexión que básicamente deberá concluir respondiendo a dos cuestiones: qué tareas se encomiendan a la fundación con el fin de que contribuya a incrementar la calidad de la acción sindical y cuáles son los recursos necesarios para su cumplimiento. Resueltas estas dos incógnitas la fundación estará en condiciones de continuar siendo una referencia en la conformación del pensamiento crítico en España, especialmente en los ámbitos social y laboral.